CATASTROFE
ECOLOGICA EN RABÓN
Todos
los que vivimos en la parte sur del departamento de sucre o de una u otra forma
tenemos cualquier contacto con esta zona, sabemos la gran tragedia que viven
los habitantes de Rabón y parte de la Mojana. Esta tragedia ocasionada por la
ola invernal de los últimos años ha hecho que los ríos Cauca y San Jorge se
hayan salido o roto su cauce inundando
grandes extensiones de tierras, que si bien es cierto, en el pasado también
se inundaban, ahora lo hacen con más intensidad y por mayor tiempo, engendrando
nefastas consecuencias para la población la cual en gran número tiene que
desplazarse después de perder todos sus enseres, cultivos y animales como
vacas, gallinas, cerdos, pavos, perros, gatos, entre otros que le garantizaban
su subsistencia.
Los
medios de comunicación y redes sociales han informado al país y al mundo de
estos hechos a los cuales se anexan las millonarias pérdidas económicas que han
sufrido el gremio de los arroceros que cultivan en esta región y de ganaderos o
gamonales cuyas reces pastan en temporada de sequia en sus bastas
haciendas, hoy anegadas o bajo las contaminadas aguas de los ríos Cauca y San
Jorge.
Ahora
bien, esta lamentable situación como lo anote anteriormente es conocida por el
país, ya que los interesados, principalmente los arroceros y ganaderos la han
pregonado a los cuatros vientos pidiendo ayudas a los entes gubernamentales
pertinentes y a mi juicio lo veo bien y
justo; pero de lo que nadie habla, hace referencia o denuncia es el gran daño
ecológico de esta zona; es una calamidad a gran escalada lo que acontece con la flora y la fauna, lo cual va
a traer en un futuro no muy lejano graves consecuencias no sólo para la región
y Colombia, sino para el equilibrio ambiental del mundo y el bienestar de la
humanidad. Son ciento de miles de
árboles que han muerto y están muriendo es su propio hábitat, lo cual a simple vista demuestra que ha
sido alterado el equilibrio de su medio.
No aventuro a señalar una cause especifica, lo que sí es cierto es que a
nuestros ojos se abre un horizonte dantesco de miles y miles de arbustos y árboles
muertos los cuales conocemos en esta
región con el nombre de robles, ceibas, higuas, polvillo, higos, mangles de
agua dulce, pimienticos, latas, sapatosas, guaraperos y frutales como mangos,
sapotes, guamo, cocoteros, nísperos, mamones, plátanos, y muchas más especies
que a su vez son anfitrionas de epífitas, helechos, musgos, parasitas, bejucos,
trepadoras, etc. Vale la pena hacer el ejercicio de pensar ¿cuántas toneladas de oxígeno dejaron de producir estos árboles? ¿Cómo
afectará la temperatura o el clima de esta región? ¿Sin árboles que cantidad de lluvias nos
espera para el futuro? ¿Cómo será el comportamiento de los vientos sin
árboles que le hagan resistencia?
¿Aumentará la temperatura del agua? ¿Cuál es la real importancia de los árboles
para las diversas formas de vida del planeta, incluida la humana?
Además
no podemos perder de vista que estos árboles que se secaron o que
inexorablemente están muriendo sirven de alimentos, posaderos o lugar de
anidamiento de muchas aves, mamíferos, reptiles e insectos. Para tratar de
dimensionar este aspecto cabe mencionar la biofauna que necesita de estos
árboles y que junto con ellos están desapareciendo y desaparecerán como el
titi, los micos cariblanca, las marimondas, el mono aullador o cotú, las
ardillas, iguanas, boas y otras serpientes, lagartijas, pasa arroyos o
basiliscos; también necesitan de ellos las garzas reales, garzas morenas,
garcetas, chavarries, picingos,
barraquetes, gavilanes, palomas, chichas frías (atrapamoscas), toches,
golondrinas, guacharacas, Martín pescador, azulejos, canarios, oropéndolas,
loros, coquito, cotorras, pericos, patos
silvestres, halcones, cheques, pollo netas, cocineras, carraos, yuyos, carcas,
vacos, murciélagos, goleros, lauras y el mayor ave zancuda del mundo el coyongo
o garzón (recordemos que Colombia es el país con mayor diversidad de aves en el
mundo). También estos árboles fueron el hogar de muchos insectos como abejas,
avispas, mariposas, grillos,
escarabajos, gusanos y arañas de muchas especies.
Indudablemente
la causa de esta tragedia ecológica está en el agua el cual también es hábitat
de otras especies de flora y fauna y que pueden correr la misma suerte si no se
soluciona cuanto antes el problema. No quiero imaginar estos humedales sin
taruya, sin tapón, sin hierba de chavarri, sin tripa perro, sin algas, sin bijao lengua de vaca, sin lanve lanve,
sin lechugas acuáticas y por último el
aumento de la temperatura del agua, sin el color de las sardinas, los bagres,
lisos, varbú, cachegua, comelón, chango, babillas, mayupas, tacanes, hicoteas,
rayas, entre otras especies acuáticas.
¿Qué será de esta región una de las más
fértiles y con mayor biodiversidad del mundo, sin el policromado verdor de la
vegetación, sin el sombrío de los grandes árboles, sin el celestial canto y
colorido de las aves, sin el sofocante silbar de los insectos, sin la hermosa lila de la taruya y por último,
sin el destellante reflejo plateado o dorado
de la aleta de un pez?
No
quiero parecer como un vulgar agorero, pregonero de tragedias, anunciador de
males o castigo; pero ya la tragedia a comenzado para los habitantes de esta
región y mucho más para estos frágiles ecosistemas, que a pasos agigantados se acercan a su arrasador apocalipsis; si el
estado colombiano a través de sus entes de planeación y ambientalista no
intervienen con políticas serias en esta región.
RUBER ENRIQUE LEDESMA ARROYO.